Casa Museo Antonio Machado; Parte III, Segovia.

  Seguimos paseando por el pasillo de la vivienda donde se hospedo Antonio Machado en donde vemos cuadros dedicados el mas colorido de ellos realizado por el también poeta Rafael Alberti, que como vemos los pinceles los manejaba bien.

El salón comedor es otra de las habitaciones tal como se usaba antes de 1932  cuando residía el poeta, en una bandeja se puede ver una botella de anís de Segovia que desconocía pero nombre similar a otra que si conocí. Esta botella una vez consumida se utilizaba para hacer música.

  Por un ventanal abierto podemos ver lo mismo que veía o podía ver el poeta como esos tejados típicos segovianos que solo tienen las tejas por donde corre el agua o camas, o también, aunque no se ve bien en la ultima de las vista la localidad de Zamarramala que es considerada barrio de la ciudad. Lo que quizás no veía es el monumento al poeta místico San Juan de la Cruz natural de la localidad abulense de Fontiveros.

  En otra habitación tiene su biblioteca circulante la Universidad Popular de Segovia, entidad cultural de la que Machado fue uno de sus impulsores y es la propietaria del inmueble.

  Los libros que podemos encontrar no solo están escritos en Castellano o Español, también en Frances del que era profesor en el instituto del que era profesor. 

  Enmarcados se pueden ver recortes de periódicos que se publicaban en la ciudad por entonces donde se ven noticias o poesías del poeta, como la titulada "Retrato" que dejo abajo.

  Como se ve en muchas fotos de los artículos no solo se conserva el piso de alguna sala, el llamador con la campanilla. El tendido eléctrico con esos cables aislados de tela, las sujeciones de cerámica sujetas con puntas i el interruptor cerámico.

   En el centro de la pagina del periódico tenemos un poema con el "Retrato" del poeta escrito por él.

Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla,

y un huerto claro donde madura el limonero;

mi juventud, veinte años en tierra de Castilla;

mi historia, algunos casos que recordar no quiero.

Ni un seductor Mañara,  ni un Bradomin he sido,

- ya conocéis mi torpe aliño indumentario -

más recibí la flecha que me asignó Cupido,

y ame cuanto ellas pueden tener de hospitalario. 

Hay en mis venas gotas de sangre jacobina;

pero mi verso brota de manantial sereno;

y, mas que un hombre al uso  que sabe su doctrina,

soy, en el buen sentido de la palabra bueno.

Adoro la hermosura, y en la moderna estética

corté las viejas rosas del huerto de Ronsard;

más no amo los afeites de la actual cosmética.

ni soy un ave de esas del nuevo gay-trinar.

Desdeño las romanzas de los tenores huecos

y el coro de los grillos que cantan a la luna.

A distinguir me paro las voces de los ecos,

y escucho solamente entre las voces una.

¿Soy clásico o romántico? No se. Dejar quisiera 

mi verso, como deja el capitán su espada,

famosa por la mano viril que la blandiera, 

no por el docto oficio del forjador preciada.

Converso con el quien siempre va conmigo;

- quien habla solo, espera hablar a Dios un día-

mi soliloquio es platica con este buen amigo

que me enseño el secreto de la filantropía.

Y al cabo, nada os debo; debéisme cuanto he escrito.

A mi trabajo acudo, con mi dinero pago

el traje que me cubre y la mansión que habito, 

el pan que me alimenta y  el lecho donde yago.

Y cuando llegue el día del ultimo viaje

y este al partir la nave que nunca ha de tornar,

me encontrareis a bordo ligero de equipaje,

casi desnudo, como los hijos de la mar.